Quiénes somos
Nuestra historia como Hermanas de la Misericordia y ahora la Comunidad Sur Central, es extraordinaria. Generosas, espirituales, disciplinadas y a menudo poniéndose en situaciones peligrosas, las hermanas del siglo XIX frecuentemente fueron invitadas por los obispos a zonas para establecer escuelas. Una vez que las hermanas llegaban, sin embargo, respondían a otras necesidades que encontraban, como la enfermedad y la pobreza.
Cuidado de los enfermos y heridos
Las Hermanas de la Misericordia fundaron pequeños hospitales para cuidar de los enfermos en ambientes sanitarios, que eran poco comunes, especialmente entre las personas obligadas a vivir en la pobreza. En aquellos días, pocas o ninguna mujer, dirigían hospitales. Esto significó que las hermanas, fueron pioneras en todos los sentidos. Sin importarles su propio bienestar, sirvieron como enfermeras durante las epidemias de la fiebre amarilla, el cólera, la fiebre tifoidea y la viruela.
Durante la guerra civil en Estados Unidos, las hermanas cuidaron a los heridos—tanto de la Unión como de la Confederación—en el campo de batalla. La Hermana Mary Colette O’Connor fue superintendente del Hospital Militar Douglas en Washington, D.C. y fue enterrada con el título honorífico de comandante en el Ejército de EE.UU. Otras hermanas sirvieron en hospitales en barcos de vapor, y cuando estalló la guerra hispano-estadounidense, ellas cuidaron de esos soldados también.
Hacia mediados del siglo XX
En la década de 1960, las Hermanas de la Misericordia continuaron sus ministerios en escuelas, orfanatos, hospitales y servicios sociales. También expandieron sus funciones innovadoras como superintendentes de hospitales y directoras generales, rectoras y presidentas de los colegios superiores de mujeres de la Misericordia.
Ministerios más amplios
Después del Concilio Vaticano II a mediados de la década de 1960, las hermanas ampliaron sus ministerios para incluir los aspectos sociales como los albergues para mujeres y niños sin hogar. Responder a las diversas necesidades de los tiempos produjo un nuevo enfoque para la tradición de la misericordia establecida por la fundadora Catalina McAuley un siglo antes.
Aunque era prohibido por los funcionarios de la Iglesia participar en protestas por los derechos civiles en muchas partes del Sur durante la década de 1960, en al menos un caso, las Hermanas de la Misericordia abrieron una escuela para los manifestantes y les ofrecieron alimentos y un lugar para dormir.
El espíritu de Misericordia
El espíritu de compasión, resolución y espiritualidad manifestado por las Hermanas de la Misericordia desde los primeros días perdura hoy. Aunque ellas ya no viajan en carretas o cuidan de los enfermos iluminadas por velas, las hermanas responden a las necesidades de nuestros tiempos contemporáneos y llevan el amor de Jesús y el espíritu de la Misericordia a lugares donde más se necesita. Esas necesidades están evolucionando y cambiando constantemente, al igual que las Hermanas de la Misericordia.