Misión y valores

Nosotras realizamos la misión de la Misericordia  guiadas por la  consideración en oración de las necesidades de nuestro tiempo.  

Nuestra vida cotidiana como Hermanas de la Misericordia está arraigada en cuatro valores esenciales  inspirados por la vida de nuestra fundadora Catalina McAuley:

Espiritualidad

El ejemplo de Cristo nos guía, el Evangelio nos inspira y el espíritu de Catalina McAuley nos vigoriza. La nuestra es una vida de contemplación y acción, de oración y servicio. 

Comunidad

El vivir en comunidad profundiza nuestra relación con Dios y nos fortalece para la misión que nos inspira continuamente en nuestra llamada a servir a los demás.

Servicio

Vemos a  Jesús en la gente más marginada y hacemos un voto de servicio  para realizar las obras de Misericordia que alivian el sufrimiento.  Nos esforzamos por seguir el ejemplo de Jesús en todo lo que hacemos.

Justicia Social

Nosotras trabajamos con pasión para eliminar la pobreza, la negación persistente de los derechos humanos, la depredación de la Tierra,  el aumento en la violencia y el racismo, la continua opresión de las mujeres, el abuso de los niños, el maltrato de inmigrantes y la falta de solidaridad entre los pueblos y naciones.

Reconociendo la inmensidad de este trabajo, las Hermanas de la Misericordia hemos identificado cinco «asuntos críticos» que están interconectados y claman atención en este momento.  

Visita nuestra página Abogar por justicia social para leer más sobre nuestros Asuntos Críticos.

Obras de la Misericordia

«Las obras espirituales y corporales de la misericordia que alejan a las religiosas y religiosos de una vida de contemplación, lejos de separarles del amor de Dios, les unen mucho más a Él y les hacen más fecundas/os en Su Santo servicio».  Catalina McAuley 

Nuestras vidas como Hermanas de la Misericordia se centran en responder a las necesidades no cubiertas, a través del servicio directo como también buscando modos de cambiar sistemas injustos. Ambos enfoques son respuestas compasivas a las necesidades más básicas como están escritas en y a través de siglos de tradición de las obras espirituales y corporales de misericordia.

Las obras espirituales de misericordia:

  • instruir a quien no sabe;
  • dar consejo a quien duda;
  • dar consejo al pecador;
  • ser paciente con las faltas de los demás;
  • perdonar las ofensas;
  • consolar a quienes sufren aflicción;
  • orar por los vivos y los muertos;
  • contemplación agradecida por el mundo de Dios.

Las obras corporales de misericordia:

  • dar de comer al hambriento;
  • dar de beber al sediento;
  • vestir al desnudo;
  • acoger al forastero;
  • visitar a los enfermos;
  • visitar a los presos;
  • enterrar a los muertos;
  • cuidado de la casa común.